Lingüística

Leísmo, laísmo, loísmo: ¿son errores?

Según la ideología que considera que todos aquellos rasgos lingüísticos alejados de la norma culta del español estándar son desviaciones de la lengua española, el leísmo, el laísmo y el loísmo son errores, usos incorrectos que hay que evitar. Sin embargo, este prejuicio está muy alejado de la lingüística.

Para introducirnos en la cuestión, es necesario explicar qué es lengua y qué es dialecto. Como todo estudiante de primer año de filología sabe, entre lengua y dialecto no hay ninguna diferencia lingüística.

“Las lenguas naturales son las manifestaciones concretas de la facultad del lenguaje, en las que se expresan de forma espontánea las personas en su vida cotidiana”.[1]

Esta definición incluye tanto las lenguas habladas como las de signos. Cada lengua tiene su sistema fonológico, morfosintáctico y léxico, así que no importa su consideración social: si tiene un sistema fonológico, morfosintáctico y léxico, es una lengua de pleno derecho, más allá de si posee reconocimiento oficial o no. Desde una perspectiva lingüística, “la manifestación más directa y genuina de la facultad humana del lenguaje”[2] son las denominadas hablas regionales, mientras que los dialectos son “conjuntos de lenguas naturales afines” y las lenguas, “conjuntos de dialectos lingüísticamente afines”.[3] Por lo tanto, lo que llamamos español puede referirse a dos cosas:

  1. Un conjunto de dialectos surgidos del latín hablado en la Península ibérica en el s. V.
  2. El español estándar, que es una elaboración artificial basada en el dialecto de Castilla y, por lo tanto, es posterior.

¿Qué sucede con la norma culta? Sencillamente que no es una serie de rasgos de una lengua natural, sino que se trata de decisiones intencionadas para las que se han seguido criterios etimológicos, sociales, culturales, etc.

Toda variedad estándar es posterior a los dialectos (que son conjuntos de lenguas naturales), ya que para crear un estándar, es necesario tomar como referencia un dialecto.

Los manuales prescriptivistas se atienen a la norma culta del español estándar, ya que no hay una lengua española como tal, sino un conjunto de dialectos relacionados entre sí. Así pues, desde un enfoque lingüístico, no existe una manera correcta o incorrecta de hablar. Lo que hay son distintos sistemas lingüísticos, y esto es lo que ocurre con los llamados leísmo, laísmo y loísmo.

Lo que se ha observado es que “se pueden distinguir en torno a una docena de sistemas pronominales diferentes en las diversas variedades dialectológicas del español europeo y americano.

[…]La existencia de estos diversos sistemas pronominales se debe a la actuación de determinadas categorías y funciones gramaticales que se influyen entre sí de forma compleja, para obtener varias de las interacciones posibles entre ellos”.[4] Veamos una lista con los distintos sistemas pronominales y los factores lingüísticos que los determinan:[5]

  • Sistema de la norma española culta: género, número, caso
  • Sistema astur-cántabro: género, número, caso, continuidad
  • Sistema castellano: género, número, continuidad
  • Sistema de transición suroriental: género, número, caso, animación
  • Sistema de transición occidental: género, número, caso, continuidad
  • Sistema de transición nororiental: género, número, caso, continuidad, animación
  • Sistema de la zona vasca: género, número, caso, animación
  • Sistema de la zona catalana: género, número, caso, animación
  • Sistemas del español andino: número, animación / caso
  • Sistema del español guaranítico en Paraguay y nordeste de Argentina: género, animación, caso
  • Sistema pronominal de la segunda generación de los Estados Unidos: género, número, caso

El género y el número son categorías bastante conocidas. El caso tal vez no lo es tanto. En el paso del latín a las lenguas iberorromances, esta categoría dejó de usarse en sustantivos y adjetivos y solo se ha mantenido en los pronombres. En esta clase de palabras, el caso acusativo marca el complemento directo y el dativo el complemento indirecto.

En el sistema de la norma española culta (recordemos que es una elaboración artificial), los pronombres de acusativo son lo, la, los, las y los de dativo, le, les. Pero esta correspondencia no se da en todos los sistemas porque influyen, como hemos señalado, otros factores.

La continuidad distingue los sustantivos contables de los no contables. Ejemplos de nombres contables son árbol, gato, lápiz…,  y de no contables, lluvia, arena, agua… Pues bien, en el sistema pronominal cántabro, se utiliza el pronombre le en función de complemento directo cuando el referente es contable, y se utiliza lo cuando el referente es no contable, tanto para el femenino como para el masculino:

  • le compramos (la casa) → referente contable
  • lo traemos (la arena) → referente no contable

La dialectología prescriptivista marcaría el primer ejemplo como leísmo y el segundo como loísmo, a los que considera errores y usos impropios, sin embargo, “estamos ante un sistema pronominal sensible a la propiedad gramatical de la continuidad y en el que la oposición de género y número se produce solo en el caso de los referentes pronominales de nombre contable”.[6]

Por otro lado, la animación opone referentes animados (chica, pájaro, león…) e inanimados (silla, libro, lámpara…). Al igual que la continuidad, es una categoría gramatical en muchas lenguas del mundo. En el sistema pronominal de transición suroriental, se usa le para complemento directo y para complemento indirecto cuando el referente es animado, pero cuando el referente es inanimado, se usa lo para el complemento directo y le para el indirecto:

  • le llevamos (a Pedro, al perro) → CD/ le dimos (a Pedro, al perro) → CI
  • lo llevamos (el libro) → CD / le pusimos el nombre (al libro) → CI[7]

Desde el enfoque prescriptivista, tendríamos un caso de leísmo, ya que no tiene en cuenta propiedades como la continuidad o la animación.

En uno de los sistemas del español andino, por el contrario, no influyen ni la continuidad ni la animación, y tampoco el género, sino que se utiliza lo para referirse al complemento directo en masculino y femenino y singular y plural, y le para el complemento indirecto en ambos géneros y números:

  • lo traje a casa (las frutas) → CD
  • no lo conozco (a ellos) → CD
  • le di el regalo (a las niñas) → CI

Estos son solo algunos ejemplos de la gran riqueza y complejidad de los distintos sistemas lingüísticos englobados dentro del español, que es un conjunto de lenguas relacionadas entre sí. La ideología prescriptivista considera estos sistemas pronominales como “usos impropios”, desviaciones de la norma, a la que presenta como la única forma correcta de hablar. Nada más alejado de la lingüística, pues como apuntábamos al principio, el español estándar es una variedad artificial basada en el dialecto castellano y, por lo tanto, todos los dialectos (conjuntos de lenguas naturales) son anteriores al español estándar, así que los rasgos de estos dialectos no pueden ser desviaciones de la norma culta del español estándar.

En conclusión, el leísmo, el laísmo y el loísmo no son errores, sino que en el español hay distintos sistemas lingüísticos (por lo tanto, distintas lenguas). Cada uno de ellos está conformado por su propio sistema fonológico, léxico y morfosintáctico. A este último pertenecen los sistemas pronominales, que dependen de la confluencia de diversas propiedades (género, número, caso, continuidad, animación).


[1] Moreno Cabrera, Juan Carlos (2025). Lengua, dialectos, hablas. Crítica de la dialectoideología española. Hojas Monfíes.

[2] Ídem.

[3] Ibídem.

[4] Ibídem.

[5] La lista también la extraigo de Moreno Cabrera (2025).

[6] Moreno Cabrera (2025).

[7] Ejemplos de Moreno Cabrera (2025).